Eso mismo me he dicho esta tarde en cuanto he entrado en el ascensor, después de terminar mi última clase del día. Casi roja de ira he salido a la calle, y era tal el nivel de mala leche acumulada que ni me he enterado del frío que hacía, hasta que un cacho de nariz ha caído rodando al suelo y he tenido que echar mano de la bufanda... Pues cagándome en la madre que parió a la madre del niño en cuestión, en esas me encontraba yo entonces y por desgracia aún sigo en ello.
Desde los 18 años viéndomelas con padres y niños de todo tipo, cara a cara, en los comedores de ya no sé cuantas casas. Desde entonces que he tratado con gente de toda clase, unos mejores y otros peores, pero creo que nunca - NUNCA- con unos tan irresponsables como los padres del nene en cuestión. Gente que cree que con apuntar al niño en un colegio carísimo y malpagar a una profesora particular dos veces por semana, ya están haciendo suficiente... Lo que éstos aún no saben es que yo no soy una cualquiera, que soy LA PROFESORA. Así, tal y como está aquí escrito, porque unos cuantos años me avalan, casi una carrera entera y otra por terminar, así que no me vengan con ostias (por cierto, ¿ostias va con o sin hache?).
Me llaman cuando les sale del forro de los cojones, porque hay días que el niño -13 años cuenta ya el susodicho- está demasiado cansado como para aguantar a alguien que quiere ayudarle. Así que hay semanas que ni tengo que desplazarme hasta la Ciutadella, porque el nene está agotado de no hacer NADA. Y ahora me dicen que tengo que darle clases de inglés, porque evidentemente está pez -como en todas las demás asignaturas. Así que cada lunes voy para allá cargada con material para hacer una puesta a punto.
Hasta el día de hoy hacíamos algo de teoría y luego traducíamos algunas canciones del musical re-azucarado de Disney Channel. Entonces, entre ambos habíamos encontrado una utilidad, la motivación que hacía que el niño de vez en cuando decidiera aplicar sus neuronas a algo más que no sea jugar a la puta maquinita. Pero entonces viene el papá con el super "TRANSLATOR". Ni corto ni perezoso dedica la tarde del domingo a instalar en el ordenador particular del hijo, el programa con el cual NO tendrá que buscar en el diccionario ni en libro alguno el significado de ninguna palabra ni verbo conjugado en cualquier tiempo.
El papá, con su alegre barriga de cervecero, con sus aires de suficiencia, con su calvorota reluciente, con aquella sonrisa babosa... El papá tuvo la genial idea, y la mamá lo apoyó, porque es una sopílfera que no se entera de la misa la mitad, que habla, habla y habla pero nunca escucha... La alegre mamá me muestra orgullosa la proeza dominical de su marido. Entonces yo pongo cara de póker, luego sonrío, le digo que me parece genial tener algo así... Pero que su hijo nunca va a superar el exámen de inglés, porque dudo que la profesora le deje llevar la maquinorra a clase, que de irresponsables y gilipollas el mundo está lleno, y que si para eso me pagan... prefiero no trabajar a ver cómo se desaprovecha mi talento.
Evidentemente no he dicho nada de eso, porque el nene se ha quedado con las ganas de demostrarme los poderes traductores de su programa, ha tenido que pensar y reflexionar, entender y asimilar conceptos... Pero como la cosa siga así... No será la primera vez que dejo a un niño, ni la última. Mi tiempo es oro, al igual que mis motivaciones, mi alegría de trabajar en algo que me gusta y sobretodo mis ansias de aprender en este nuevo mundo que se abre frente a mí.
1 comentario:
Hola Amandita,
he estado leyendo tus posts, hace tpo. no pasaba por aqui, y me he reido de guata con tus peripecias..
dejo un abrazo y saludos..
Tole
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