Este año -fum, fum, fum-, como cada año -pero mira como beeeeben los peces en el río-, la cena de Navidad se presenta -caaaaampana sobre caaaaampaana- de lo más familiar y entrañable.
Aaaallà dalt de la muntanyaaaa, con las primas, tíos, tías, abuela, madres, padres, hermanos, hermanas... Que a pesar -en eeeel portal de Belén- de lo monstruoso de la reunión en sí -Maria, Maria, ven acá corriendo- a una le apetece formar parte del jolgorio y de las risas.
Lo mejor de todo -Saanta nit, plàcida niiit- es el momento de abrir los regalos (estaréis todos deacuerdo...). Por mi parte, este año - La Virgen se està peinaaaaaaaando- creo que pocos regalos voy a abrir -què li darem al formós infantoooooó- porque debido a mi escaso poder económico, decidí pedir el libro de Otorrinolaringología como regalo principal. Así que esta vez me quedo con las bragas, los calcetines y alguna que otra sorpresa del tamaño de un libro de bolsillo...
La verdad, no es que sea muy devota, no encuentro justo celebrar cada año el nacimiento de alguien a quien no conozco, pero eso no es lo más importante. No veo a mis primas más que en estas fechas, ni a mis tías, ni a mis tíos... Si la excusa tiene que ser el cumpleaños de un barbudo milenario... Pues celebremos el momento!!!!
Mientras, espero sentada en el sofá, comiendo turrón de chocolate con almendras y polvorones de vainilla y limón... Para ir habituando al estómago a los ágapes de estas fechas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario