08:45
Me despierta la primera llamada de la mañana. Sílvia des de la esquina aconsejándome no faltar a la segunda clase... Decido acercarme al Diamond a tomarme un café con leche mientras los camareros se pelean entre sí. No hay nada mejor para empezar el día que una buena disputa matutina.
11:30
Me siento en mitad de clase, decidida a tomar nota de todo cuanto se diga. Miro hacia la pantalla, las letras están algo borrosas, quizás si me limpio las gafas... Veo igual de mal, sólo que ahora parece que la niebla se esfumó como por arte de magia. Me repito por enésima vez que tengo que ser algo más pulida con mis lentes. Como soy incapaz de copiar nada de lo escrito en el Power Point que se presenta, decido pasar algunos apuntes a limpio. Ni me molesto en escuchar a la profesora, en la fila de delante alguien se está descojonando, sospecho que la clase no es nada interesante.
14:15
Salimos corriendo de Psicologia de la Memòria. Atravesamos la facultad volando y llegamos a la parada del bus. RENFE y de allí a casa... Pero llevamos ya más de media hora esperando el maldito tren cuando nos anuncian que "vete tú a saber cuándo van a pasar más trenes". RENFE, para variar, decidió jodernos la vuelta a casa. Bien, de nuevo en el campus. Un cigarro, por favor... Nos decidimos al fin por los ferrocarriles. ¿Para cuándo el canvio de lugar instantáneo?
16:30
Llego a casa, donde me esperan cuatro patatas fritas que mi padre fue incapaz de zamparse (no por remordimientos de conciencia, sino más bien porque sospecho que no le cabían más), y dos pedazos de chuleta de cerdo. Para postre turrón. Me paso por el forro mi autoproposición de no comer tanto dulce. Para futuros desperfectos ya tengo el barro del Mar Muerto y la crema que no es crema...
17:30
¿Es que ya no se hacen pizarras de vileda? Recorro medio barrio en busca de una papelería que me pueda vender una pizarra de vileda para Gemma. ¿Por qué siempre dejo los regalos para última hora? ¿De qué me sirve apuntarlo tres días antes si sé que soy incapaz de hacerme caso?
17:45
Sentada ya en el vagón del metro, intento sumergirme en mi reciente adquisición. Un libro que pesa media tonelada y que promete ser interesante, a pesar que ya devoré 200 páginas y poca cosa ocurrió... Debe ser que me acostumbré a los aceleros de esta vida... Sin darme cuenta empiezo a soñar despierta, ya no sigo las letras ni sé por qué línea iba... Me despiertan de esa esoñación mis vecinos de la izquierda: dos adolescentes besándose, grano con grano, lengua con lengua... casi hasta llegar al atraganto. Me percato de que todas las miradas se concentran en esos dos. De repente él le mete la mano por dentro del jersey y le empieza a magrear una teta... Me bajo en Sagrada Familia, mucho me temo que detrás dejo la promesa de una divertida orgía subterránea. Hay que ir a trabajar...
19:00
Compro, como cada año, un ramillete de esas cosas blancas con aveto. La gitana me pide 2euros. No hay regateo, la mandaría a la mierda, pero ella sólo se está gananando el pan, pagando impuestos... ¿Dónde quedó la magia de la Navidad? El villancido hace diez minutos que se quedó en el "porrompompom, porrompompom, porrompompom, porro..." El encargado del hilo músical mucho me temo que se largó a jugar a las tragaperras en el bar Tumeu...
20:00
En mitad del Passeig de Gràcia me llama Johann: ¿hace una birra esta noche? Pues será...
21:47
Me dispongo a partir hacia el punto donde hemos quedado. Hoy creo que no habrá chupito de tequila, o quizás sí... Todo se verá. Por el momento visitaremos al aburrido camarero del Irish bar, detrás de la Plaça Sant Jaume...
Bendito martes...
12 diciembre, 2006
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