24 julio, 2006

No quiero...

¡Qué boda tan linda! Cuando una siente tanto amor a su alrededor no puede evitar emocionarse, y tal y como andan las cosas por aquí, también echarlo de menos. Y sí, hoy me puse sensible... Será el calor, estas subidas de temperatura o el hecho que hace tiempo que añoro querer de veras -o sentir que de veras quiero...

¡Qué complicado es el amor! ¡Qué difícil saber lo que se quiere o lo que se pretende encontrar en la otra persona! Txell lo tiene claro, por eso ha dado otro paso más. Y yo siento algo así como una envídia sana por ella, porque por mucha gente que se tenga al lado, seamos francos, no es lo mismo que tener aquella persona únicamente para ti, por ti y contigo. Lo malo es que muchas veces lo tenemos ante nuestras propias narices y no somos capaces de verlo.
Hoy por hoy no pretendo huir, ya me cansé de mirar y soñar... También yo quiero ese final, o ese principio, según se mire. Temerle al amor, a la entrega, es algo funesto, porque nos ancla, nos sepulta y paraliza; y por aquí las cosas se pusieron demasiado estáticas...

Durante todo el sábado anduve contemplando a la gente que había a mi alrededor, la mayoría eran parejas jóvenes que parecían tener bien claro lo que querían -o cuánto se querían. Y yo me sentía algo rara, porque por primera vez acudía a una ceremonia de esa clase más sola que la una, tal cual en "Cuatro bodas y un funeral"... Aunque más raro se me hizo no desear de verdad estar acompañada.

Bien, el caso es que esto de la soltería lo llevo con soltura. Hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero. No tengo que darle explicaciones a nadie, como antaño me ocurría. No hay necesidad de hacer perdidas a todas horas, de preguntarse qué es lo que nos está pasando, hacia dónde se dirige la relación... No hay dudas compartidas ni miedo a la frustración y al dolor. Con eso no quiero decir que amar sea una perpetua tortura; más bien digamos que mis relaciones fueron algo nefastas: cuando yo quería no me querían, y cuando más amada esaba siendo, decidía no amar. Todo lleva su tiempo, y en este campo no se debe forzar nada, todo debe venir rodado... Sabio consejo el que cuelgo aquí, que sabe más el zorro por viejo que por pellejo...

Vereis, no sé qué es lo que quiero, cuál debe ser mi siguiente paso ni hacia dónde lo debo encaminar, pero algo sí empiezo a entrever: lo que realmente NO quiero.
  1. No quiero lisonjas; no quiero buenos momentos eternos; caminos fáciles y besos poco certeros.
  2. No quiero tener que contar ni demostrar; cavar todos los días demasiado hondo para conocer.
  3. No quiero no temer ni ver el fin; no quiero un espejo benévolo ni un sinfín de lindas promesas.
  4. No quiero nombres ni estatus; no quiero un para siempre ni un me quedo acá.
  5. No quiero un camino llano que me lleve a un estanque estancado; un mar en calma y una brisa demasiado bien perfumada.
  6. No quiero palabras bellas que puedan dejar bien poca huella.
  7. No quiero maestros ni aprendices.
  8. No quiero no tener más noches en orillas lejanas; no quiero no enloquecer ni reencontrar la calma.
  9. No quiero ni amos, ni esclavos ni torres encantadas.
  10. No quiero no sentir que quiero porque quiero.

Y creo que con este decálogo queda todo bien explícito. Que quien sepa lo que quiere ande en su búsqueda; yo, por mi parte, seguiré sin acechar en cada esquina, lo que tenga que venir que venga, y si ya vino y no me percaté... Bien, será que no tenía que ser...

Besos!!!!!