05 junio, 2007

HOMENAJE


Y sí, ya sé que entramos en época de exámenes, en la cual todo buen estudiante que se precie debe estar concentrado en su estudio... Pero no podía dejar pasar un día más sin rendirles un humilde pero sentido homenaje a aquellas mujeres que durante cuatro lindos años han sido mis alumnas.



La decisión la tomé hará cosa de dos meses, cuando me percaté de lo mucho que me costaba ir al Casal y dar la clase. Cuando se siente algo así una no puede más que abandonar, porque se corre el riesgo de transmitir la apatía y el desánimo. Y eso es lo último que deben sentir estas lindísimas mujeres. Lindas y valientes.


Valientes porque a su edad decidieron empezar a Aprender. Decidieron dar el paso de abrir la puerta, sentarse en la mesa y despacio, muy despacio, deletrear, escribir, pensar, decir, compartir...

Si bien es cierto que tuvimos que acomodarnos las unas a las otras con alguna que otra dificultad, por otra parte no hay nada más bonito que ese acomodo, ese sentir que la otra persona puede enseñarte lo que en ningún otro lugar vas a aprender... Y ellas me enseñaron a tener siempre un motivo para la risa... y para el llanto más sentido.


Todas nosotras éramos maestras y alumnas. Cómo llegar a ese punto no se enseña en ninguna facultad, ni en teoría pedagógica alguna. Establecimos un lindo diálogo, y eso es algo que me ha ayudado tanto en mi otra vida profesional como en la personal.


No todas las que empezaron se quedaron. Algunas decidieron no regresar, por desacuerdos en la metodología... Esas me dieron más de un disgusto, pero me quedó el apoyo de todas las demás; su cariño y comprensión. Y ahí quedan, en la memoria de las que estamos: Rosalía y Maite...
Trabajar con gente mayor tiene sus pros y sus contras, y una de las peores cosas es que cuando te despides al terminar la clase temes no volver a verlas. Temes entrar el lunes siguiente, preguntar por aquel asiento vacío y que la respuesta sea una fecha negra, un silencio espeso, un suspiro interminable, el tic-tac de un reloj...
Pero hay que seguir, ¡y de qué modo! Sé que han aprendido mucho conmigo, pero creo que yo les debo aún más...

A todas ellas...
A Lola, por su risa y por ser la memoria viviente de un barrio y una gente que ya desapareció. Por enseñarme a querer estas calles.
A Dora, por mostrarme siempre el lado práctico. Por querer aprender inglés sólo para asegurarse que un guiri no se ríe de ella en el metro. Por darme la barrila con las matemáticas y las "cuentas de contar".
A Josefa y Maria Dolores (mi "O" preferida), por la paciencia, pero sobretodo, por el empuje y la ilusión.
A Ángela... por demostrar que el amor no tiene ni edad ni comparación con ninguna otra cosa en este mundo. Por sus ojos azules y su voz cálida...

Y en especial a Carmen, mi Amiga. Por sus tes, sus tartas, por compartir secretos, anhelos, sueños... Por entenderme y por defenderme en los momentos más duros. Por ser mi aliada más querida, por su risa, por su calidez, sus besos, sus abrazos... Porque creo que las palabras no bastan para agradecerle todo lo que ha hecho por mí...

Y a Rosalía, una vez más... Mi querida, sentida Rosalía...