01 noviembre, 2006

Estando en el templo


La historia del tequila se remonta a varios siglos atrás, cuando unos indígenas de Jalisco debieron refugiarse en una cueva a consecuencia de una tormenta. De repente, un rayo cayó sobre unos mezcales, los cuales quemaron durante varias horas. Cuando la tormenta pasó, el viento llevó hacia los vecinos un aroma agradable. Uno de ellos tomó un pedazo del agave quemado y al probarlo lo sintió dulce. Luego lo ofreció a los demás, que así descubrieron la utilidad de la planta.
Un indígena olvidó el jugo durante varios días y, al regresar a su choza, descubrió un nuevo aroma que envolvía el ambiente. Después observó que del jugo salían pequeñas burbujas que formaban una espuma blanca y espesa. Al probarlo se encontró con un sabor enriquecido y diferente. Luego separó el líquido de la espuma para su consumo.
La bebida motivó en el indígena un cambio de personalidad, de ahí que el líquido se considerara regalo de los dioses.
En los códices mexicas se incluye la representación de la diosa Mayahuel, que con sus 400 senos alimentaba a igual número de hijos, los centzon-totochtin, patronos de la embriaguez.



La etílica locura de una noche bañada en alcohol. ¿Qué me hizo pensar que sería capaz de esconderme a mí misma Aquello para siempre? Bastan dos tragos de tequila y una cerveza para empezar a hablar de cosas ocultas. ¿Me hacía falta un interlocutor? Simplemente una hoja en blanco y como puntadas en una tela vírgen, las letras se alinean las unas con las otras, hasta conformar las palabras que componen lo oculto.

Los márgenes delimitan lo real de lo verdaderamente cierto. Lo externo enmarca las palabras, éstas dibujan los cimientos más internos...


Dos tragos de tequila, milagrosa medicina que no precisa de diván para el juego del sonsacamiento. Me sirve ahora releer lo escrito entonces -en la barra de un bar cualquiera, estando sola frente a este multitetuda diosa-, para caer en la extraña amenaza de lo no-superado, de lo que aún me queda por llorar.



La amarga certeza del autoengaño. ¿También el tequila me ayudaría a borrar aquello que aún parece removerse en mi interior? Y sin embargo no quiero olvidar. Nadie en el fondo desea quedarse sin memoria. El dolor también es necesario, de algún modo nos hace abanzar. No creo ni en los pasos en falso ni en los retrocesos. No hay desamor, porque el amor no se deshace como el hielo... Quizás hay un "pasar el tiempo", un girar de agujas siempre hacia delante. No existe en este caso el arrepentimiento. Lo hecho, hecho está, lo vivido ya dejó suficiente huella en mí.



En fin, algún día de estos puedo pensar todo lo contrario, pero ahora tan sólo veo el encadenamiento de sucesos, detalles que encuentran su lugar en mi mundo. Todo tiene razón de ser, incluso la Nada de lo que un día fue. Y creo que parte de esa lucidez se la debo a la compañía de uno de aquellos centzon-totochtin, el cual me invitó a beber varias veces de su medicina. ¿Y qué se supone que debo hacer con todo lo que descubrí?

Ahora tengo una libreta con unas cuantas hojas casi ininteligibles. Líneas escritas al ritmo de los pensamientos, disparos a bocajarro de tinta, sin comas, sin puntos... Tal cual los apuntes de un coreógrafo enloquecido...

Quién sabe, quizás una noche de estas la Diosa viene a buscarme de nuevo, y me sienta en aquella barra, me tiende uno de sus senos y me da la solución a todos mis dolores de cabeza... Mientras, seguiré estrujándome las pocas neuronas que el alcohol aún no logró matar...

Bebamos, pues!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Puedo oír a Chavela cantar los milagros de tan asqueroso brebaje... ¿Cómo pudiste pillarla a base de tequilazos? Es que no te he enseñado nada????????????
Espero que la resaca no fuera muy dura, ya sabes, los años no pasan en valde y todas esas cosas!!!
y qué es lo que te sigue atormentando? Quizás el alcohol te nubló las entendederas y no hay fantasmas que seguir!!!!!

Nos vemos en la barra!!!

Jorge

AmA dijo...

Tanta patología del oído y tantos tímpanos destrozados me tienen asqueada!!!!!
¿En la barra, dices? Entonces puedo esperar eternamente... Aún recuerdo mi primer esguince... ¿Culpables? Reflexiona, querido amigo...

Besos!!!!!